12 noviembre 2011

Introducción

Desgraciada o afortunadamente, mis energías ahora sólo se centran en un cosa, antes, primero mi obsesión se convirtió en la descripción exhaustiva del término amor. Años más tarde, era primordial encontrar una pareja que se ajustará a ese concepto ideal de amor: mi amor. Despuecito, me enfoqué en desdibujar cada aspecto de la vida en pareja, y sigo en ese camino.

Tan es así, que creo me he condenado a seguir escribiendo de él, digo condenado porque de verdad, nada sale con tanta facilidad de mis manos y dedos que hablar de esto. A veces tengo miedo de parecer anticuado, porque ya a nadie le interesa seguir modelos, ni patrones del deber ser, pero he descubierto con profundo alivio, que en los sueños de todos está el encontrar alguien con quien compartir vida.

He hablado de comunicación y las virtudes que genera en las personas, las bondades que debería contener la comunicación humana, como la honestidad, el respeto, la tolerancia y sobre todo la compasión. Como todo debería, se queda en el simple deseo de un ingenuo escritor de humildes 23 años.

Las relaciones de pareja humanas, entre dos personas tan diferentes, como iguales, son aquejadas por muchas problemáticas, entre ellas la mala comunicación, la completa incomunicación, la mal interpretación o la ignorancia absurda de saber con quién se encuentra uno rodeado o su misma posición en la realidad que asecha.

Muchas de estas problemáticas son culturales y poco podemos hacer para erradicarlas, ejemplo la poca disposición para escuchar, o la intromisión en los conflictos personales de las demás personas, la insolente y lenta demoledora del querer cambiar quien sé es por alguien que no sé es. La respuesta se encuentra en el hecho, cultural, del mexicano y su fuerte aprehensión sentimental por las personas, en especial la familia y la familia extendida (familia política y amigos cercanos).

Creemos que porque compartimos momentos íntimos, tenemos el derecho fundamental de entrometernos y poder juzgar y actuar para salvar o proteger a la persona de salir lastimada, timada, estafada, herida o muerta. Lo hacemos por medio de opiniones, acciones premeditadas que afectan tanto a la persona como a nosotros mismos, ya que somos capaces de ponernos en su lugar y sentir la rabia, que creemos está detrás del dolor ajeno.

Pocas personas he conocido que tiene esta capacidad de inmiscuirse en conflictos ajenos; saben bien entender cuando se les pide una opinión o cuando sólo deben escuchar por ayudar al desahogo. En las parejas sucede mucho.

He detectado problemas en especifico que nos atormentan y entorpecen el vivir en pareja, y por extendido con la familia, pero sería muy somero si lo platicará sólo en un artículo, así que iré poco a poco publicando, una larga exposición de datos y conjeturas que he puesto bajo la lupa y se irán enterando. Por lo pronto les dejo un gran abrazo y un consejo, abran bien los ojos y sacudan el polvo de las antenas, cosas impresionantes están por suceder.

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