19 noviembre 2011

Ya sabía.

¿En qué justo momento te das cuenta de que lo estabas haciendo mal? Pero no mal en el sentido de: ¡qué mal genio se carga!, sino un error inconsciente que al menos en México podríamos llamar "sordearse". Te puedes sordear de muchas cosas, ignorar la parte racional muchas veces pequeña de tu mente que te dice, a voz bajita...casi en un suspiro...que algo anda mal.

Nos han enseñado desde siempre en la tele, en el cine o en los libros; que en asuntos del amor hay que hacer caso al corazón. Que esa parte irracional, esa parte impulsiva y muchas veces salvaje, es la que debe dictar cómo actuar cuando se trata de aquella persona que te hace perder la razón. Esa famosa razón. La cosa sin conservadores que nos vuelve humanos y que, aparentemente, nos separa de las bestias indomables del inconsciente.


Suele pasar, tal como en las telenovelas, que caes en la cuenta de que esa pequeña voz que te decía "ese arroz no se coció"  estaba en lo correcto. Desde...un...maldito...principio. ¿cómo lo logramos? ¿cómo nos ingeniamos para esquivar algo tan evidente? algo tan claro como el quemarse cuando nos tiramos el café encima o te muerde ese pequeño perro. Es como tapar el sol con un pulgar, y yo lo he tapado muchas veces.


La más reciente, hace años, fue de manera súbita. Tenía tres días de haber cortado. De que me habían cortado más bien (auch mi orgullo), pero de esa manera extraña que te hace sentir que jamás pasó o que al menos no importó. Tres días y estaba hecho poco menos que nada. Un bulto de humanidad arrastrándome de aquí a allá sin sentir mucho excepto lo básico: dolor, soberbia e ira revueltos con pequeños trozos de cariño masticado. Nada sabía igual, nada olía igual, nada importaba igual.

Sí...era como gripe.

Pero al cuarto día (más otros siete) algo pequeño pero abrumador surgió: Ya sabía. Sabía que algo iría mal. Y no porque tuviera baja estima, dudara de mi capacidad de querer o tuviera una extraña paranoia. Simplemente lo sabía. Comencé a recordar esos pequeños detalles de mi "ex" que te hacen pensar: "ah...curioso" pero que secreta o públicamente te molestan de otras personas. Esos detalles que se van juntando y tratas de justificarlos con un "así es el amor" o el famoso "hay que aprender a amar sus defectos".

Y un día...¡bum! adiós, y nada en el mundo lo pudo evitar. Aún espero que no me pase de nuevo, pero me da miedo confundir la palabra "esperar" con tratar. ¿Y si me vuelvo a sordear?

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4 comentarios:

Unknown dijo...

A muchos nos gusta estar por estar, por tener a alguien que nos diga que nos quiere o decirlo una vez al día, tener algo por lo que levantarse aunque desde el principio sepamos que no estamos en lo correcto, algunos inconscientemente y otros más conscientes que nunca.

Buen post, y de corazón espero que no te pase de nuevo.

*** Daniel Cortés... dijo...

Me gusta el acompañamiento visual, las imágenes se me hacen hilarantes al leer tu post, me gustó, aunque te confieso que nunca había escuchado el término "sordear" :D

La Sordera es mala comunicación contigo mismo, eres por lo que puedo interpretar de mi lectura de tu texto, alguien que se conoce bien, si no hablarías de una voz interior, además que sabes definir bien a bien cada sentimiento en ti.

Si te sordeas es porque no estás listo para aceptar que el cuerpo nunca miente, dirían los doctores/bailarines/psicólogos.

Felicidades y yo también espero que nunca te vuelva a pasar

Muninn dijo...

Jeje gracias Eqiiz, see espero que no pase pero si lo hace, bueno más o menos ya se a que va u.u

Daniel, jeje ese de sordear he escuchado que se usa más o menos pero no se de dónde sea :) y si es más una cuestión de saber en que posición está uno en vez de sólo intuirla pero que uno decide ignorar.

Ella dijo...

¿A qué vino tu imagen estereoscópica de las catarinas?