Vivir según entiendo, o tal vez
me imagino, es la historia de un sujeto que tiene un inicio, dónde nace, con
una idea/sueño/anhelo, que conforme se va avanzando a través de la vida (la
hoja en blanco donde se escribe la historia de vivir) muta, cambia, se
transforma, a la cual se añaden personas, más ideas, más sueños, el amor, la
tristeza, el rencor, la envidia, la pureza y el placer.
El vivir, es un proceso que tiene
sus encrucijadas, sus palacios llenos de riqueza y sus chozas llenas de
pobreza, sus brujas y dragones, sus magos y ladrones, sus manzanas envenenadas y
sus besos de amor sincero. Fiestas, celebraciones pero también tragedias,
llanto, dolor, pérdida y sacrificio. Todo personaje en toda historia tiene
valor, tiene su grandeza, hasta aquél méndigo que vive triste, hasta aquella
bestia que se siente fea.
Llega un momento en la vida, en
que nos sentamos a leer a nuestros poetas favoritos, escuchar las canciones que
nos llegan, o tal vez recordar cuál es nuestro sueño, la idea con la que
nacimos, el destino para el cuál estamos hechos. La vida no se trata de
perseguir la felicidad o completar una venganza, la vida se trata de afrontar
retos, sea lo que sea, no desistir en lo que quiere, caminar paso firme a paso
firme.
Reconocer cuando somos
protagonistas y cuando somos antagonistas, actuar siempre por lo que creemos,
por lo que nos somos, por lo que nos forma, cuando debemos ayudar y cuando
debemos partir. Perseguir la felicidad no es el fin último de vivir, sino vivir
es vivir. Vivir no para algo, o alguien, sino vivir por el placer de hacerlo,
enfrentando con gallardía lo que se pongan enfrente, si se tiene hambre seguro
un árbol de frutos comestible la vida proveerá, si se tiene miedo una capa os
cubrirá. Hacer lecha del árbol caído, sólo cuando la oscura noche nos lo
requiera, borrar nuestros rastros sólo para protegernos, ayudar a cruzar el río
al menos hábil y pedir ayuda cuando se encuentre indeciso.
Si perseguir la felicidad se ha
vuelto un estilo de vida, es porque ahora pensamos que la felicidad es el fin
último de nuestra existencia, y aunque todo esté diseñado para ser feliz, es un
exceso. Parecer ser que aquella idea de que el humano iba a evolucionar llevado
por el impulso al mínimo esfuerzo es una realidad aplastante, ha traspasado la mercadotecnia
fría y se ha implantado en el ideario actual.
Perseguir la felicidad, o una
falsa felicidad en poseer cosas, joyas, ropa, accesorios, tecnología,
conocimientos, amigos, aplicaciones,
e incluso ideas, posturas y actitudes; en ser el primero, en ser líder, en
destacar, en hablar mejor y más, en ser más carismático, más amable, menos
malo, más equilibrado, es un perversa ilusión. No hay que perdernos la vida
corriendo detrás de una zanahoria atada a un palo, pegado a nuestra frente…
sino caminar comiendo esa zanahoria mientras disfrutamos el placer de hacerlo.
Ese es el verdadero nirvana en la tierra.
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