15 mayo 2012

Lo único seguro es que nada es seguro. 

Nos movemos en este mundo, en este país y en estas elecciones, a base de corazonadas, medias tintas y pocos datos duros. Verbo mata carita, libro mata copete. No por algo existen carreras dedicadas enteramente a proyectar la imagen de los candidatos a cualquier puesto público, en cualquier país. Estados Unidos comenzó esta moda, ellos lo saben bien, Obama lo sabe bien.

¿Podemos confiar en un rostro? La respuesta lógica es: No. No sabemos quienes son, no convivimos con ellos. ¿Cuál es la banda favorita de Andres Manuel? ¿Qué opina Enrique de los gatos? ¿Quién nos garantiza que los cuatro actuarán como dicen si llegan a la presidencia?

Eventualmente terminamos dando nuestro voto a un total desconocido. Lo conocemos por rumores, algunos dichos, propuestas vagas o no, promesas, algunas acciones y pucheros. Al final sólo queda adivinar, decir alguna plegaria y arrojarse al vacío...a ver qué pasa.

Pienso que la cuestión de si es correcto votar o no se supera poco a poco en este país, por que buena parte de la juventud (si bien no la mayoría) ya no se pregunta si votará o no, sino ¿por quién votará? Es claro que no votar,  debido al sistema en el que nos encontramos, daría pase automático al partido político con mayor cantidad de votantes fieles. En este caso el PRI. También es claro que, a diferencia de otras democracias, el voto nulo llevaría al mismo efecto.

¿Es necesario saber el pasado turbio de la candidata o el candidato? Quizá sí, digo, de esa manera evitaríamos votar por alguien involucrado en algún crimen heavy en vez de los crímenes light de siempre a los que estamos acostumbrados (tranza, lavado de dinero, etc.) ¿Es necesario conocer su recorrido en el gobierno? Sí, para tantear cómo nos irá como nación (si es que el ganador alcanza mayoría en ambas cámaras del congreo) ¿Es necesario escuchar sus propuestas y sobre todo, la explicación de cómo llevará éstas a cabo? Sí, por lo menos para saber si nos están cantinfleando o en verdad saben algo.


Porque México tiene un laaaargo historial de malos gobernantes, como dice el dicho: en el reino de los ciegos, el tuerto es el Rey; pero también malos ciudadanos: no hay peor ciego que el que no quiere ver.

Aun no sé por quién votar, sólo sé por quienes no votaré. Ahora toca elegir de todos los males el menor. La "menos peor" de mis opciones limitadas. Mi "pior" es nada.


Aunque de que debo elegir, debo elegir...o permanecer callado.


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